jueves, 22 de octubre de 2009

Duelo de voces

Cuando solté la cuerda y dejé se alejara aquello que me forzaba a vivir de forma dependiente, aprendí.
Cuando quité de mi discurso lo que me exigían decir, maduré.
Cuando aquello que mis padres me enseñaron como verdad revelada se evaporó, sentí que comenzaba a nadar en un mar de aguas cálidas y reconocibles.
Allí pude despojarme de lo ajeno.

Ese día abrí los ojos a los misterios que nos circundan, mientras una voz conocida me iba reclamando el tiempo perdido. Le pedí perdón y paciencia, -que me esperara-, le dije, -me falta mucho- le imploré.
ESE día –hace ya un tiempo largo- comencé a pintar lo mío, a dejar libre mi imaginación, a crear.

A crear y creer en mí, a confiar en mi concepción del mundo. A la vez y al unísono, comencé a dudar. Quizá esa acción sea mi mayor adquisición, provoca en mi alma ser permeable al universo de cosas que aún desconozco.

1 comentario:

  1. Astrid, hacia dias que no leia nada tuyo , y tengo que felicitarte porque lo estas haciendo con mucha dulzura y sentimiento. Además como buena artista plastica, las imagines que incluis en los relatos son estupendas.
    Que bueno que sigamos de compañeras virtuales en esta linda experiencia, te mando un beso enorme

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