lunes, 26 de julio de 2010

Sueño y realidad

Una niña duerme y sueña que crece. Se suma así, al mundo  adulto, fascinada. Ese que tanto añoró observando a los mayores ir y venir a gusto y gana, tomando sus propias decisiones. La convirtieron en mujer: se siente libre.
Hoy, pide un receso para volver a soñar. Se duerme y es pequeña de nuevo. Vuela, canta, corre a su casa y juega y baila con sus amigos invisibles. Aquellos que la acompañaron a la hora de imaginar. Existen: en el sueño.
Despierta y vuelve a la supuesta realidad: esa inventada por nosotros, quienes creemos ser adultos. Lo somos, ¿no?...me pregunto mientras asumo mis responsabilidades con pereza.
Una sonrisa pícara me envuelve: soy aquella niña adulta, que entre sus tareas cotidianas intenta seguir jugando.
Y lo hace, sola, cantando. A veces. Otras, llora, sin saber porqué.

No le importa, ríe de nuevo y sigue.

sábado, 24 de julio de 2010

Rutina caliente

EL frío polar me lleva a prender la estufa a leña cuanto antes. Arrugo hojas de papel de diario, que voy cortando en pedazos desiguales y de forma desordenada. Veo molesta, cómo mis manos se van tiñendo de tinta negra, y mis uñas se pintan de un gris acerado. Una bola más apretada, otras más abiertas, van formando una torrecita endeble en el centro del fogón. Elijo unos palos finos, aquellos más resecos y sensibles a mi intención, y voy tapando con placer la blandura del papel fruncido. Formo una pirámide de madera que con cuidado procuro equilibrar para que no caiga insolente y me obligue a rehacer. Una vez convencida de mi obra y que el chasquido de un fósforo la hará estallar, procedo. Apuro a que la llamita cerosa del fósforo llegue cuanto antes a una puntita de papel que regalona sobresale de la torre. Invita generosa a que sea por ahí el desenlace. Comienza a verse un borde rojizo curvo que enseguida explota en llamita amarilla, hasta que toma por completo al resto de papel y ramas, coloreando de luz naranja el recoveco de ladrillos. Me apuro a tomar dos gruesos troncos y los deposito en cruz sobre la fogata triunfal, para que aprovechen de la primer pasión del fuego. Se unen fácilmente al viaje sin retorno. La unión sagrada de los leños pesados al resto y el “cric- crac” acogedor en mis oídos, me confirma el éxito. Todo es llama y brasa, me transporta a imaginar las noticias impresas del día anterior hechas humo, desapareciendo por el hueco de la chimenea, saludando al viento, despidiéndose.

jueves, 1 de julio de 2010

Tiró al blanco Pollock




















Me pregunto el porqué de los ¿porqué?
Y...porque sí, porque  las cosas no son de determinada manera de pura casualidad. Lo racional pega contra lo subjetivo, le dispara con un cañón, la bala pesada y pensada, bien dirigida, da en el blanco y destroza emociones, dejándolas por ahí tiradas por mil lados, sangrando. Hasta en los lugares más inverosímiles quedan esquirlas incrustadas Duele al quitarlas, a veces es mejor hacerlo uno mismo,  así al dolor lo vamos monitoreando.
Las juntamos en pedacitos para intentar pegarlas con algún elemento de ocasión que tengamos en el hogar.
A veces encontramos un elemento que une perfectamente las minúsculas piezas y no se notan las rajaduras, y otras, tenemos que hacer un "engrudo" casero con harina y agua: allí  se ven entonces, ciertas imperfecciones, es humano después de todo.
Pero no casual. La intención siempre nos acompaña.
No conviene olvidarlo, forjamos un camino que elegimos. - y si es al azar -, igualmente seremos responsables de sus consecuencias, de qué hacemos con lo que nos sucede frente a lo imprevisto.
¿Vamos a dejar que alguien nos dirija, nos diga que tenemos un destino prefijado, o le vamos a buscar la vuelta a los aconteceres para ser dueños de nosotros mismos?
Prefiero lo segundo, sin duda alguna.
El intento de pegar los pedacitos lo tenemos que hacer. ¿Porqué? Porque sí. Punto.

Hay quienes no, - cada cual trabaja los restos de sentimiento y pólvora a su manera -, y es comprensible, es difícil unir las piezas de forma prolija, con esmero y devoción, hasta lograr la armonía esperada con cada uno de los adminículos invisibles que poseemos.
Hay que tener el deseo de hacerlo, buena manualidad y voluntad por sobre todo.
Yo intento tener en casa un buen "Poxipol", pues además, la mayoría de las balas que se disparan salen de mis propias inseguridades, de mis miedos, del legado de mi infancia, de mí , y de nadie más.
Así que a pegar y dejarme de jo...
Y a pintar...que es casi mejor que andar pegando pedacitos de almas rotas.

Jackson Pollock, qué mejor que una pintura de este genio explosivo de su "Action Painting" para honrar a la creatividad que parte de los sentimientos y las emociones.
Vivió con  profundidad su amor por el arte y su porqué nunca fue difuso. No fue casual una sola gota de pintura sobre sus telas y lienzos...no había accidentes, cada rastro de pintura y color tenía un sentido.