viernes, 16 de octubre de 2009

Ese otro lado...

Cuando haya crecido y cuando la razón me diga de la sin razón , saltaré al vacío de la aventura.
Antes de ello, miraré hacia abajo, para asegurarme ver el azul del mar.
No caería para golpear con algo duro, sino para entrar en el refugio de los peces. Ellos no saben de mi tristeza y me estarían esperando. Serían mis amigos multicolores, como la vida misma. Nadaría pues, entre ellos un buen rato, hasta sacar la cabeza para respirar. Luego de nuevo me sumergiría, serpenteando hacia lo profundo, para tocar los corales y sentir lo áspero de lo desconocido. Lo intentaría vivir para poder palpar ese otro lado de la vida, sin perder la conciencia de que deseo volver a lo mío de siempre. Me da seguridad, lo necesito.

Una vez fuera del agua continuaría viviendo, pero con el conocimiento de que no sólo de tierra vive el hombre.

"Ay lotófagos, los envidio"

Sí, no debe haber mayor placer que, metidos dentro del capullo de las responsabilidades humanas, podamos ir desenfundando lo deliberadamente espontáneo, hasta lograr el éxtasis del placer absoluto. Ustedes, señores amantes del loto, se rebelaron, enfrentaron embriagados a Odiseo, y allí en medio de la lucha, estaban decididos a abandonar todo por la droga de la pasión.
Abrigo la esperanza de lograr recordar algún episodio que me represente haber estado en una situación así. Pienso y pienso y no lo encuentro...Sin embargo en algún lado se escondió y mi inconsciente no desea traerlo a colación. Penélope supo esperar a su amado, yo debería "aprender" a recordar, "olvidar" esconder, y dejar fluír aquello que forma parte de nuestra esencia: ser libres para reconocer nuestras debilidades, que quizá sean nuestro fuerte.
Dulce contradicción, te quiero!