jueves, 22 de octubre de 2009

No somos de piedra

Dura poco una vida humana, pero vivimos como inmortales juzgando nuestro actuar y el ajeno. Poco atendemos aquello que nos revuelve nuestro interior, lo almacenamos en ese lugar donde no deseamos incursionar. Está blindado. Si nos inventásemos una fórmula para jugar con nosotros mismos y disfrutáramos más de la música que nos pasa desapercibida, lograríamos descubrir las pequeñas perlas que con insistencia intentan llamar nuestra atención. Qué poco vemos, y cuánto creemos "ver" cegados de superflua tentación ficticia.

Cuando sufrimos la traición del azar -que por cierto no tiene culpa alguna- lloramos la miseria de lo trágico y nos resulta injusto lo que nos cae encima. Y cuando tomamos en la palma de la mano la matriz suprema de lo mágico con energía revitalizante, nos quedamos paralizados por pequeñeces estúpidas que quieren hacernos creer que son piedras preciosas cuando están concebidas de plástico barato.
Se disipa lo que deseo, y me olvido de bailar al son de las notas que me conmueven.

Quisiera sortear la valla -soberbia encantadora de serpientes- saltando muy alto con resortes en los pies, e imaginar que vuelo libre, como debe ser.




Se nos quema la cabeza...

Papeletas de colores varios inundan las calles montevideanas. Nuestra rambla enlentece el tránsito en estos días previos a la jornada electoral. Mengua la pasión de la gente mientras voy abandonando mis convicciones. Ya no deseo elegir, me ruboriza mirar dentro de lo que se ofrece como verdura en una feria...
El día después, me levantaré a desayunar, a realizar las tareas cotidianas, y todo seguirá transcurriendo de igual forma, mientras el ego de algunos y la euforia de otros, jugarán con nosotros por cinco años más.
No es posible vivir en anarquía, se necesita de un orden político y social, aunque preferiría ser guiada por soñadores que creen en lo que imaginan, para que así, logren hacer de sus prédicas, algo palpable y real.

No tiro mi esperanza al viento, simplemente somatizo los síntomas enfermos del poder ajeno.
Por un rato nomás, para volver de nuevo a lo valedero-para mí-respetando que cada cual cuando mira, "ve" diferente.




Duelo de voces

Cuando solté la cuerda y dejé se alejara aquello que me forzaba a vivir de forma dependiente, aprendí.
Cuando quité de mi discurso lo que me exigían decir, maduré.
Cuando aquello que mis padres me enseñaron como verdad revelada se evaporó, sentí que comenzaba a nadar en un mar de aguas cálidas y reconocibles.
Allí pude despojarme de lo ajeno.

Ese día abrí los ojos a los misterios que nos circundan, mientras una voz conocida me iba reclamando el tiempo perdido. Le pedí perdón y paciencia, -que me esperara-, le dije, -me falta mucho- le imploré.
ESE día –hace ya un tiempo largo- comencé a pintar lo mío, a dejar libre mi imaginación, a crear.

A crear y creer en mí, a confiar en mi concepción del mundo. A la vez y al unísono, comencé a dudar. Quizá esa acción sea mi mayor adquisición, provoca en mi alma ser permeable al universo de cosas que aún desconozco.