viernes, 25 de septiembre de 2009

Así es la vida

Nos recibieron en Tahití unas lugareñas con el galardón de un collar de flores frescas, que en son de bienvenida colgaron amablemente en nuestros cuellos.
Estábamos encantados con los detalles bohemios del aeropuerto, y recuerdo la gracia que me hacía ver a mis amigos salir arrastrando las valijas con ese look polinésico. Subimos al taxi y nos fuimos al hotel, exhaustos del largo viaje. Al otro día debíamos marchar temprano y con mucho equipaje, así que nos despedimos de las flores y partimos camino al muelle a embarcarnos en la aventura de navegar una vez más en comunión amiga.
Pensé en el collar y lo imaginé marchito, muerto y en un chís chás lo efímero de todo me invadió de golpe. Ese segundo de nostalgia que le presté al regalo, se había esfumado demasiado rápido. Todo era parte de un simple acto marketinero, tan obvio como entendible, auqnue en su momento pareció haber sido importante para nosotros. Tanto que ya lo habíamos abandonado y seguramente estaría pudriéndose en un tacho de basura.
Me ayudó por un rato para prestar más atención a ciertos detalles, pero nuevamente caí en la banalidad de disfrutar de las frivolidades más absolutas.

"Aclarando", dijo el amanecer, debo admitir que disfruté mucho de ellas también.

De la serie "On the road" (2)

A mi amiga

EL barco alquilado tenía en la proa, un lugar donde nos recostábamos a tomar sol mientras íbamos navegando mar adentro, cercados por las fantásticas montañas volcánicas de la isla Santorini. Guardo desde entonces en mis retinas, el color rojizo de la roca y la gloriosa altura que parecía querer protegernos de cualquier avatar de la naturaleza que intentase aparecer de golpe.
En ese ambiente distendido, de sol y vacaciones, Gisela nos comenzó a contar los acontecimientos de la trágica vida de su hermano. Los elementos que iba develando de la historia, nos hacía escuchar perplejas.
Luego de recorrer la isla, cuando ya estábamos partiendo hacia otros islotes, se acercó Gisela a preguntarme si me había percatado del hombre que estaba en el muelle al volvernos. Le comenté que no había prestado atención a eso. "Era rubio", me comentó, "de aspecto alemán y con una sonrisa muy agradable". Me impactó cuando agregó que lo había encontrado sumamente parecido a su hermano. Cuando me dirigía esa noche a mi camarote, veo en el mástil un nombre grabado. Decía "Meissner" y era el apellido de mi amiga. Por el resto del viaje agucé mis sentidos a ver si volvía a pasar algo extraño pero nada fuera de lo común me llamó la atención.

Mi amiga a la vuelta me comentó que había sentido a su hermano cerca de ella durante todo el viaje. Allí le conté lo del nombre y las dos nos quedamos en silencio, pensando que a veces se generan sin duda, extrañas coincidencias,

De la serie "On the road" (1)

Bueno y malo

El sinuoso camino transitado por Hansel y Gretel, nunca había tenido restos de pan. Es más, no habían ido dejando los hermanitos nada por el camino. Felices habían llegado hasta la deliciosa mansión, la bruja los había recibido de brazo abierto en su casa de chocolate y los había dejado comer cuanta golosina desearon. Los acompañó en el viaje de vuelta a su casa entregándolos a sus padres, que felices agradecieron a la anciana bondadosa, haberles devuelto a sus queridos hijos.
Cuando se despertó el niño, el libro de los Grimm estaba tirado al lado de su cama. Las páginas abiertas mostraban a la vieja de nariz grande revolviendo la olla para comerse sus dos tiernos manjares.

Cerró el libro, lo devolvió al estante y juró no volverlo a tocar nunca más.
De la serie "Sapos y princesas" (5)