martes, 22 de septiembre de 2009

El tapiz mágico

El ratoncito tenía hambre. Vio la enorme tela colgada en la pared y se le hizo agua a la boca. Subió a la silla, luego a la mesa y entre salto y salto iba dando cortas pero hábiles dentaditas que iban mordiendo la punta del tapiz.
"Auch" escuchó el roedor, quedando quietito del susto. "¿Porqué no te vas a comer a otro lado y me dejás tranquila?", escuchó. Con curiosidad el roedor preguntó: "y vos quién sos que no te veo?" dijo mientras terminaba de tragar un pedacito de hilo que tenía en el garguero.
"Soy Alicia, la del país de las maravillas. "Aaah, claro, y yo soy el príncipe azul de Blanca Nieves, no me hagas reír".
"Uff, lamento no poder engañarte, en verdad soy una simple niña atrapada entre estos viejos tejidos. Pero seguí con lo tuyo, no me importa que vayas comiendo parte de mi casa. Es muy aburrido vivir solita acá, hay tanta tela todavía. Vos dale nomás, me voy corriendo para que no me pellizques y ya está.
"Pero si me como toda la tela, ¿vos dónde vas a meterte?"
"Hay resto de sobra, tenés para rato".
Así, la niña se iba mudando de lugar en lugar cada vez más arriba, escapando de las cosquillas pinchudas. Mientras tanto, al ratoncito se le iba inflando la panza.

Cuando quedaba colgado tan solo el retacito que la sostenía, el ratón paró. Desde ese día buscó alimentarse de otras cosas, se habían hecho amigos, ¿cómo iba a dejarla caer al vacío?
Las lanas se fueron debilitando y el pedacito se aflojó del clavo, cayendo al suelo. Por suerte era peso pluma así que la niña estaba intacta. El pícaro roedor la revisó a ver si vivía, moviendo su nariz sobre ella, provocando grandes carcajadas en su amiga. Resopló tranquilo de verla bien, puso la tela entre sus dientes y se la llevó a su cuevita.
Desde ese día viven juntos, él roba leche y pan para alimentarla y ella lo espera para cobijarlo en las noches frías.

De la serie "Sapos y princesas" (3)