Sintió culpa de que sus aventuras no habían sido suficiente historia para regalarle al pequeño un plácido sueño. Le enojaba que, a pesar de ser hada, alguien había inventado que ella debía sentir como los humanos, ya que en este caso, el resultado le provocaba una profunda frustración.
Cuando escuchó el grito en el cuarto de al lado, pegó un salto asustada, comenzó a mover sus transparentes y quebradizas alas lo más rápido que pudo, depositó un besito de estrellas en la frente del niño y voló lejos.
Iba ahora planeando por el cielo oscuro, comenzando una nueva búsqueda. Vio abajo, a lo lejos, una luz en una ventana. Cuando logró percibir la imagen de una madre con un libro cuya carátula conocía al dedillo, se dio cuenta que era su nuevo destino. Comenzó su bajada en picada, sin saber con qué se iba a encontrar esta vez. De eso se trataba su vida mágica: mezclar lo que no existía con la realidad.
"Tarea difícil", dijo para sí, corrió la cortina y se sentó entre los juguetes, muy atenta a la voz que comenzaba a contar su historia una vez más.
Suspiró hondo e intentó pensar que quizá ésta vez se iría de ese hogar, triunfante.
De la serie "Sapos y princesas" (1)
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